Una idea fija, recurrente, se vuelve central en los últimos días de vida de una mujer. La célebre sonata, la fantasía y la fidelidad de quienes la asisten componen un triángulo dentro del cual una breve historia crece sostenidamente.
No es la primera vez que una sonata de L. van Beethoven es funcional a una obra literaria. Recordemos que Tolstoi tituló La sonata a Kreutzer una de sus novelas memorables. Muchos años después, sentida y felizmente, la Waldstein recala con renovados efectos en esta narración.